El enigma del liderazgo según Steve Jobs

Ilustración: Hernán Eidelstein
Ilustración: Hernán Eidelstein

Los expertos aconsejan a los líderes ser más humanos, abrirse a los sentimientos y ejercer habilidades de negociación. Sin embargo, el caso de Steve Jobs abre interrogantes: ¿Cómo creó la marca más valiosa del mundo si tenía un carácter irascible, agresivo y era poco adepto a la negociación. Seis consultores se animan a descifrar el dilema.

En las escuelas de negocio, discursos de expertos en management, charlas de coaching o en los cursos in-company que organizan las direcciones de Recursos Humanos se repite hasta el cansancio la necesidad de ejercer un liderazgo negociador, que desarrolle el talento a través de habilidades blandas que motiven a los empleados, y transformen cualquier ambiente de trabajo en innovador y productivo, en base a valores humanos. En otras palabras, se invita a ser lo contrario de lo que hacía en su empresa el fundador de Apple, Steve Jobs, conocido por sus malos tratos, su personalidad irascible, agresiva y su andar solitario y poco adepto a los afectos y a los sentimientos.

Se plantea entonces el dilema del liderazgo según Steve Jobs: ¿Por qué hay que ser un líder ‘bueno’ o ‘blando’ si Jobs, haciendo lo contrario, desarrolló la marca más valiosa del mundo? ¿Qué hubiese pasado si el creador de Apple hubiera tenido aquellas habilidades blandas que tanto se les pide a los líderes hoy? Seis consultores intentan resolver el teorema, cada uno a su manera:

 

Daniel Piqué (PCG Consulting)

“A lo largo de los últimos 25 años, llegué a la conclusión de que las compañías exitosas tienen líderes exigentes y, quizás algo duros, si lo miramos desde la perspectiva actual”, asegura el director de PCG. Para Piqué, los “saltos competitivos de fuste” se logran siempre con un “liderazgo fuerte” que apunten a “reinventarse de forma permanente”, algo que “significa el desafío de empujar a toda la organización fuera de su ámbito de confort”. Hacerlo por resultar muy incómodo, pero, para el consultor, “ésta es la función” del líder. “En síntesis, una cosa es ser duro, algo distante y exigente y otra cosa distinta es hacer las cosas de mala forma”, finaliza Piqué.

Alberto Oteo (Archenti)

El director de Talentgy de Archenti, invita a reflexionar sobre la veracidad de las críticas hacia el creador de Apple, ya que “un líder exigente y duro con sus colaboradores, no por eso deja de ser ‘humano’”. ¿Y si las críticas fueran ciertas? Entonces, dice Oteo, hay que analizar las consecuencias de ese liderazgo: “¿Cuántos Jobs hay en el mundo? tal vez no sea un líder humano, pero tuvo una capacidad absolutamente inspiradora que lleva a la admiración y hasta la devoción”. Al margen de su personalidad, el consultor, encuentra cierta ‘humanidad’ en Jobs: preparó y desarrolló personas para que Apple a pesar de su ausencia, siga siendo una de las empresas más admiradas del mundo.

Francisco Ingouville (Ingouville, Nelson & Asociados)

El autor de ‘Relaciones Creativas’ resuelve el dilema desde la filosofía: “Como Hamlet”, dice, “todo CEO tiene que optar, a cada paso, entre ‘Ser’ o ‘no Ser’. En Jobs predominó el Ser”. El ‘no Ser’, para Ingouville, es el “dejar hacer, permitir que se desarrollen los demás, bajar el nivel de las decisiones, estar conciente pero intervenir con suavidad para no interrumpir los procesos ni destruir las instituciones de decisión y trabajo”. En palabras de John Zinder, ‘el líder sabio debe parecer sonso’.

“La decisión de ‘Ser’ pinta a un líder heroico, que realiza intervenciones fuertes. El fin justifica los medios y el líder se orienta más hacia resultados que hacia la construcción de dinámicas en su equipo y la motivación de su gente”, dice Ingouville, para quien Jobs eligió el ‘Ser’ con “mucha frecuencia”, tener “un estilo egocéntrico, de cometa, en que la estrella va al frente y lo sigue una larga cola”. Sobre las capacidades que se piden a los líderes hoy, aclara que permitirán que las decisiones se tomen de una forma “más serena y creativa”, por lo que no son mutuamente excluyentes.

 

Alberto Attias (Vimalakirty Coaching y Management)

El coach separa a los líderes en dos.  “Los más duros o más masculinos piensan en su objetivo y van directo hacia él, sin detenerse en el camino y derribando cualquier obstáculo, sin importar si hacen algún daño. Luego, están los más humanos, con una energía más femenina, que piensan en el proceso de cómo se conseguirá el objetivo, qué afectará, como se sentirá la gente y en que forma el equipo se puede potenciar. Estos líderes piensan en su gente, la forma de relacionarse es más humana, más cálida, hasta afectuosa”, explica al destacar que “Jobs logró lo que logró porque su energía masculina exacerbada estaba al servicio de sus objetivos y no le importaba que pasara en el medio o quienes quedaban en el camino”.

Para Attias, el comportamiento de Jobs trajo sus consecuencias y, entonces, se pregunta: ¿cuánto más se perdió por esa forma de liderar? ¿Cuánto perdió él de disfrutar de su éxito? ¿Cuánto más le podría haber aportado la gente? Y asegura: “Creo que las nuevas generaciones sin lugar a dudas no le tendrían ni el respeto, ni la admiración y, por sobre todas las cosas, la paciencia para el mal trato o la ridiculización que el hacía”. Por eso, hoy, es clace desarrollar lideres más integrales, que integren y sinergien ambas energías.

Ricardo Kofman (Cyco)

El director de Cultura y Cambio Organizacional destaca que a Jobs lo salvó su genialidad: “Si Jobs no hubiera tenido las múltiples virtudes que tuvo, sus defectos lo hubiesen convertido en alguien odiado y resistido”. Una de estas cosas era que “Jobs amaba lo que hacía y esa pasión combinada con una gran autenticidad y creatividad, lo convertía en un genio carismático que contagiaba y motivaba a todos en sus compañías”. La fascinación por la altísima calidad de los productos y la fascinación que esto generaba también cautivaba a los empleados. En otras palabras, dice Kofman, “cuando una compañía tiene un líder con estas características, logra que la gran mayoría de sus empleados ‘tolere’ y acepte convivir son sus defectos”. Un ejemplo de esto es Walt Disney, amado por millones y con muchas virtudes “pero era solitario, paranoico, agresivo y megalómano”.

Para el consultor, arribado este año a la Argentina tras más de un lustro de estar en Brasil, “si Jobs hubiese podido ser un líder más humano, con mejores cualidades de negociación y motivación, hubiese tenido un éxito mayor”. Trae a escena al tensita Roger Federer: “Considerado por muchos como el mejor de todos los tiempos, cuando era adolescente era irascible, irrespetuoso, sobrador y poco profesional. Era muy bueno, pero jamás hubiera llegado a ser considerado por muchos como el mejor de todos los tiempos, si no hubiera logrado controlar su temperamento”.

 

Miguel Alfonso Terlizzi (HuCap)

“El dilema planteado respecto al estilo de liderazgo de Jobs parte de una contradicción que no es tal”, advierte el director General de HuCap. Según dice, “se puede ser exitoso con distintos estilos de liderazgos y prácticas de management, rompiendo el mito de que sólo un estilo carismático y visionario puede crear empresas exitosas o de vanguardia”. Para él, elegir cuál es el mejor “cómo” para llegar al éxito es ingresar al “terreno ideológico”, ya que “se puede ser exitoso aplicando estilos diametralmente opuestos”. Además, “no hay evidencia científica alguna que compruebe quién puede tener razón de si a Jobs le hubiera ido mejor o peor con un estilo diferente”.

Dicho esto, cita el célebre libro ‘Built to last’, de Jim Collins and Jerry I. Porras (1994), donde se estudian los casos de 18 empresas líderes. “Había dos tipos de empresas: las visionarias (más humanizadas) y las no visionarias, que basaban su éxito en las prácticas de liderazgo tradicional incluso autoritario y centradas en maximizar la rentabilidad como fin en sí mismo. El estudio demuestra que las visionarias trascienden a las generaciones de los fundadores”.

Cita también a Michael Eisner, ex Ceo de Disney, quien tomó el mando de la firma en 1984, cuando languidecía, y la supo transformar. “Si no eres duro, no consigues calidad. Si eres blando e indeciso, como nuestros personajes, te conviertes en el enclenque de la playa, y a la gente de este negocio no le importa echarte arena en la cara”, dice.

Pedro Ylarri

Nota: una versión de este artículo fue publicada en la sección Management, de El Cronista Comercial, Argentina, de noviembre de 2013.