Por qué los católicos están dejando de leer La Nación

Elisabetta Piqué - Papa Francisco

Me parecía exagerado, pero en los últimos días, la realidad se tornó inevitable: los católicos están dejando de leer el diario La Nación. Escena 1: reunión de amigos. Uno, judío light, carga a otro, católico strong, porque “su diario (La Nación) se dio vuelta como un panqueque”. Escena 2: cura del barrio (Palermo) se confiesa: “Ya no se puede leer ni La Nación”. Escena 3: Pedro lee el blog del Padre Fabián, titulado con una curiosa palabra: “La calentura…”. Y así, hasta la escena 6 o 7, todas con el mismo tinte.

Lo cierto es que, aunque sus cónyuges o hijos no los dejan porque quieren seguir teniendo los beneficios del Club La Nación, muchos católicos preferirían dejar de comprar La Nación. Por el momento, lo están dejando de leer. O, al menos, pasan las primeras páginas hasta llegar a la sección Política. ¿Por qué? Porque la rabia que les genera el delirio más grande que puedan hacer “los K” no se compara en nada a la “calentura” que les producen las crónicas de Elisabetta Piqué, la histórica corresponsal en Italia del matutino fundado por Mitre; “cada vez peores”, según me dice la mujer más piadosa que conozco.

Un viejo editor de la agencia  ANSA decía que los corresponsales eran algo así como la lacra del periodismo. Tenía su razonamiento: una misma cabeza, y, para colmo, extranjera, no podía ser tan perfecta como para entender y comentar seriamente lo que sucedía en un país. Yo, que me crié en agencia y me emociono más por una noticia bien escrita que con la mejor melodía de Vivaldi, le daba la razón. Ahora no tanto, porque yo mismo me he vuelto en un especia de corresponsal. Pero al menos, uno debería tener más cuidado.

Los católicos están dejando de leer La Nación porque mientras el mundo celebra al Papa Francisco, Elisabetta Piqué está un poquito subida de tono con sus críticas al catolicismo o con la forma de tratar las noticias vaticanas. No soy quien para juzgarla, pero me sorprende lo enojados que están muchos con ella. Piqué es la primera corresponsal que conocí y seguro que más de uno, si en la calle tuvieran que decir el primer nombre que se les venga en mente al preguntarle por un corresponsal, seguramente la mencionarían. Ha escrito notas brillantes, ha presenciado guerras, es autora de libros y de memorables entrevistas y, aún así, parece cada vez menos correspondida.

Hoy, en La Argentina, el motivo por el cual los católicos están dejando de leer La Nación, son sus notas. Citemos sólo las notas que ha escrito esta semana: “El Vaticano frena un anhelo de los divorciados”,  El papa recibió al «obispo del lujo», “Dario Viganó: ‘No está cambiando ni una coma de la tradición de la Iglesia’”, “El heredero de Fiat reveló que de chico sufrió abuso sexual” (de los Jesuitas).

Este mes escribió “Código Francisco: un estilo directo a los fieles que inquieta a la elite de la Iglesia” y “Piergiorgio Odifreddi: Tengo muchas dudas con respecto a lo que está haciendo el Papa”. También logró que una de las personas más geniales de la Tierra, Umberto Eco, dijera casi enojado: “Me molesta extremadamente que todo el mundo me pregunte qué pienso del papa Francisco. Sería interesante saber qué es lo que el papa Francisco piensa de mí, pero no lo sé…”. Cualquiera puede darle un vistazo a sus notas aquí. 

Entiéndase, no es contra Piqué este post, sino contra el extraño giro de La Nación. No llamaría tanto la atención si no fuera La Nación. Es que como el buen periodismo nació en el mundo anglosajón, la fe y el periodismo corrieron siempre, indefectiblemente, separados. En el país, La Nación logró evitar esa separación y durante su historia, la lógica eclesiástica y los valores más ligados a ella, los mal nombrados conservadores, signaron sus páginas. Es por eso que, en la Argentina, los católicos se identificaban con el diario.

Por suerte, me comenta el católico más piadoso que conozco, existe miles de aplicaciones de iPad e Internet, para leer periodismo vaticano como la gente. Y si no, a lo sumo, el Cristo Hoy, ese periódico surgido en Tucumán que es apreciado por hasta los evangelistas.

El tiempo dirá que pasará con Piqué y con La Nación. Por lo pronto Piqué estará el mes que viene en Buenos Aires, presentando su libro, que, obviamente, es sobre el Papa Francisco.

6 comentarios

  1. Pedro: CReo que el complemento ideal de este post es uno que publico hace un tiempo Susana Reinoso acerca de la desmesurada cobertura que, desde hace su asuncion recibio el Papa Francisco en La Nacion. Si no me equivoco, en los primeros 60 dias nunca dejo de estar en tapa y en promedio le deben haber dado mas de una pagina diaria… Al principio quizas la novedad lo justificaba, pero para aquellos lectores como yo, llego un momento en que parecia «Intrusos» de Fancisco. Se cubria el desayuno del Papa como una noticia de relevancia mundial…

  2. Sí Francisco logra sus objetivos de concentrarnos en el amor de Cristo, van a ser menos los católicos que dejen de leer la Nación por la intelectual opinión de Pique, que no ofende a nadie y tiene todo el derecho de respeto. Estoy seguro que sí los católicos nos concentramos en el amor, serán menos los que confunden fe con ideología, y los seguidores de Jesús no serán confundidos con intolerables intectuales… Como la persona que escribe este lamentable artículo…
    Jesús dio total libertad, pero a pesar de su palabra surgieron fariseos que lo usan para condenar a quienes El no condeno… Es que como El decía… Los fariseos se creen más que Dios!!

    • O sea, según su opinión, si seguimos el amor de Cristo entonces no hay que cuestionar nada a nadie y viva la pepa? Me transformo en un «intolerable intelectual» porque escribo lo que escucho y veo? Este post no habla de ideología sino de cómo los cambios de timón en la forma de ser de un diario le termina trayendo mala fama entre sus lectores.

      En estos momentos, la discusión que estamos teniendo acá se está dando en las «altas esferas» de La Nación. Y si no me cree, puede leer «La malvinización del Papa Francisco», una columna que escribió Alberto Benegas Lynch hijo a pedido de uno de los popes del diario, en donde dice: El fervor mundial que despierta el nuevo pontífice no debería ocultar su preocupante acercamiento a la Teología de la Liberación y su apoyo a modelos distribucionistas que conducen a graves problemas de falta de respeto a los derechos de las personas». (http://www.lanacion.com.ar/1627974-la-malvinizaciondel-papa-francisco)

      El artículo era tan decadente, que por pedido de otro editor se publicó al día siguiente una carta del rector de la UCA, Monseñor Dr. Víctor Manuel Fernández, Arzobispo rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina:

      «Señor Alberto Benegas Lynch, no exageremos. Eso también es típicamente argentino. Que el Papa defienda a los pobres, que llore los muertos de Lampedusa, que pida más creación de puestos de trabajo y que critique la especulación financiera que puso al mundo en crisis no significa ni de lejos que proponga un análisis marxista. Además, dentro de los llamados teólogos de la liberación hay una inmensa variedad, y pocos de ellos sostienen posturas marxistas-leninistas. Me parece que hay muchas «luces coloradas» en este mundo como para pretender que este papa es «peligroso». Advierta mejor la gran variedad de personas -de todo el arco político- que él recibía en Buenos Aires y recibe ahora como papa, y más bien reconozca a alguien que es capaz de escuchar a todos y de proponer una «cultura del encuentro», cosa que hoy tanto necesitamos. Entonces no me diga que las propuestas del Papa «conducen a graves problemas de falta de respeto a los derechos de las personas». Le propongo que pase un día por la guardia del hospital Santojanni y me diga qué opina sobre la situación de esas personas». (http://www.lanacion.com.ar/1628380-cartas-de-los-lectores)

      Tanto la columna del hijo del economista como la de rector de la UCA son válidas porque son notas de opinión. Periodísticamente, uno esperaría que un corresponsal sea lo más objetivo posible, aún dentro de su subjetividad.

      Gracias por su comentario.

  3. Estimado Pedro: No se si los católicos dejarán de leer la Nación, aunque algunos en forma farisaica se «horrorizen» con algunos artículos. El día de ayer había 2 artículos sobre la Iglesia, uno de EP y otro de Mariano de Vedia. El primero con un título ya «tendencioso» y el otro, sobre las tecnologías y el apostolado, más profesional. Y cuando digo «tendencioso» me refiero a que noto en EP un desconocimiento básico de lo que es el catolicismo, que es algo más cercano a lo que menciona Dardo S que a las estructuras (necesarias y perfectibles). Eso es lo criticable de una corresponsal e intelectual reconocida. Pero más lamentable sería una mala fe (invito a leer sus «tuits» del día que se embarcó en el avión papal a Río de Janeiro). Por lo demás, que diga lo que quiera; una libertad de opinión estimo que jerarquiza a los diarios. Lo que los puede hundir es la falta de profesionalismo. Slds

    • Coincido Ernesto. De todas formas, aunque la pluralidad de ideas es un bien para la sociedad y para un diario, tampoco la gente va a bancarse todo el tiempo leer cosas negativas. No veo a un bostero leyendo la página oficial de River, salvando las diferencias por supuesto. Gracias por su comentario.

Deja un comentario