Estaba pensando qué garrón es el periodismo: sueldos magros + mucha pérdida de tiempo en roscas + escaso margen para crear cosas y casi siempre una escasa capacidad de cambiar el mundo, tal mi sueño de infante. A veces el periodismo se convierte en ir a una oficina, salir de vez en cuando y hacer un par de notas por semana, a veces editarlas o pedirlas a colaboradores (que las harán por magros pesos). El periodismo es un garrón si no hay pasión detrás, si no hay ganas de crear y hacer, de competir e ir por más. Es un garrón si no te dejan y hay que hacerlas a la vieja usanza. Yo creo que el periodismo necesita una revolución o que alguna mente inspirada se ponga a vernos en LinkedIn.
Ese tipo de periodismo que mencionás, digamos, es el más tradicional de todos y el habitual desde que existen las redacciones. Después de tantos años, me acuerdo que lo mejor que me pasaba era la cobertura de un evento como podría ser un festival de cine, donde no se cumplía rigurisamente una rutina esquematizada, o algún ‘envío especial’, que por más que fuese a 30 km, tenía un sabor distinto. La pregunta es, ¿cómo se modifica esta rutina?
Exacto! Esa esa es la pregunta… ¿pero viene de arriba? ¿tiene que ver con la estructura organizacional? ¿o de uno mismo y la «automotivación»?
Creo que uno arranca con mucha motivación cuando empieza, pero esa férrea estructura organizacional te va tirando abajo a medida que pasa el tiempo, convirtiendo el trabajo en una rutina de oficina. La automotivación está, pero chocás tanto que terminás por perderla. Igual, pienso que uno debería pelear contra ese sistema de organización impuesto y derribarlo (convenciendo o simplemente rebelándose).
Menos mal que existen los periodistas para despabilarnos a veces. Informan y forman también -algunos- y hasta tienen hoy un papel de fiscales de la realidad. Del homo sapiens como último eslabón del desarrollo antropológico, esta era ha añadido una nota más distintiva incluso, con el homo comunicacionalis -o como se diga-. La gente no hace otra cosa hoy que buscar informarse… Y no te desmoralices, periodista, porque siempre, en todas las profesiones, hay dos categorías: la de los «artesanos», que sobreviven y la de los «artistas», que triunfan -los menos- o se mueren de hambre. Pero ser de los unos o de los otros no se elige, claro.