El periodista Juan Gasparini (Gasparín según su DNI) liberó hoy el PDF de su libro “David Graiver, el banquero de los montoneros”, escrito en 1990 y republicado por Norma hace algunos años, hoy agotado. Además de lo interesante de la iniciativa de Gasparini, quien vive hoy en Ginebra, el nombre del desaparecido Graiver vuelve a ser recordado en el marco del conflicto por Papel Prensa, la máxima productora de papel para diarios del país y que en la dictadura le pertenecía en su mayoría al empresario allegado a los montoneros. Los militares le sacaron la empresa a Graiver y luego la transfirieron en parte a Clarín y La Nación; aunque el Estado se quedó una parte, la misma que el Gobierno hoy ejerce con fuerza (lo que también aparece en la tapa de los diarios). La foto que ilustra este post en una muestra más de cómo los medios de la época (en este caso Somos, de Atlántida) operó en favor de la dictadura para expropiar la empresa. El libro en PDF y otros documentos están en http://www.juangasparini.com/montoneros.html y podés descargarlo directamente haciendo clic acá. Abajo una síntesis del libro.
David Graiver, el banquero de los Montoneros
El libro de Juan Gasparini consta de cuatro partes, o grandes capítulos. Recoge la integralidad de una primera edición, aparecida en 1990, titulada El crimen de Graiver, y agrega un Prologo y un Epilogo, que actualizan los hechos hasta hoy, y dispone de un Anexo más completo de fotos y documentos.
Muerte premeditada
La historia arranca contando el último día de vida de David Graiver, el 6 de agosto de 1976.
El personaje es un banquero argentino de origen judío. Tenía 35 años. Poseía dos bancos en Argentina (Comercial de La Plata y Hurlingham), dos bancos en Nueva York, el ABT y el CNB (American Bank and Trust y Century National Bank), la BAS en Bruselas (Banque pour l’Amérique du Sud), un banco en Tel Aviv (Swiss-Israel Bank) y decenas de compañías desparramadas por el mundo.
La narración se explaya en detalles sobre la constitución del capital de las 6 instituciones financieras y los demás bienes.
Las escenas se desarrollan en Nueva York. A través de conversaciones telefónicas con sus subordinados, entre su departamento de la Quinta Avenida y sus oficinas en el Olimpic Towers, se va mostrando como el joven banquero administra un imperio financiero, construido en solitario al cabo de 9 años. Sobre la base de la fortuna familiar, acopiada por su padre, Juan Graiver, un emigrante polaco de origen judío que se afincó en la Argentina en los años 30 del siglo pasado, el hijo mayor, Dudi irguió una multinacional que logró manejar alrededor de 200 millones de dólares, desplazando a su hermano menor, Isidoro.
En un almuerzo que David tiene en un restaurante de Nueva York con José Ber Gelbard, último ministro de economía del general Juan Perón, se trazan los perfiles personales, familiares y políticos de los dos hombres. Gelbard y Graiver dominaron la economía argentina de 1973 a 1976. Uno podía pasar por el padre del otro. Ambos eran judíos y contaron con apoyos del Mossad, el servicio secreto israelí, que los ayudó a abrirse paso en los negocios. Aquí se pinta la imagen política de la Argentina de ese periodo.
En el correr de las paginas va apareciendo la filosofía de vida y los criterios morales que guiaran a David Graiver en el ámbito de la política y la economía.
Graiver formó parte del trípode de la banca judía en América Latina. Los otros dos exponentes fueron José Klein, en Chile, y Edmond Safra, en Brasil, hombres maduros, emigrantes también, los dos con bancos en Nueva York y Ginebra. Una reseña sobre los mismos abrevia la saga de muchos judíos llegados a América Latina que cimentaron fortuna empezando de la nada.
La CIA decide eliminar a Graiver al saber que su expansión bancaria en los Estados Unidos es posible gracias a una inversión de 17 millones de dólares de los Montoneros, exponentes de la guerrilla peronista, una de las más espectaculares de América Latina de los años 70. El atentado se montó aprovechando sus vuelos en jet privados de todos los fines de semana a México, donde residía oficialmente la familia de Graiver por razones impositivas y de visa provisoria como banquero que se estaba instalando en Nueva York. En la madrugada del 7 de agosto de 1976, cerca de Acapulco, Dudi Graiver pereció en un accidente aéreo. Se relatan los detalles del viaje y se formula una hipótesis sobre las razones que provocaron el estallido del avión.
Mellizas I
Volviendo atrás en el tiempo se describen a continuación las relaciones de Graiver con Perón y sus lazos con los Montoneros. Se detalla la ideología y la técnica de Dudi para reproducir dinero en el circuito financiero internacional, y vaciar bancos en Nueva York y Bruselas.
Se muestra, además, en tres evocaciones sucesivas, la planificación del secuestro, su realización y el cobro del rescate por el rapto de los hermanos Jorge y Juan Born en Buenos Aires, lideres de la primera multinacional argentina, la tercera cerealera del mundo. Al operativo, realizado durante 1974 y 1975, sus autores lo bautizaron Mellizas.
Una remesa del rescate de 64 millones de dólares se embolsa en Ginebra. Fueron 14 millones de dólares que la guerrilla peronista cediera en inversión a Graiver. Surgieron inconvenientes en el traspaso del dinero de los Born a los Montoneros, y de estos a Graiver. Todo ocurrió hacia junio de 1975 en Ginebra. Para resolver la situación, Graiver pidió auxilio al Mossad, que sin saber de donde provenía el dinero, consiguió destrabarlo de los bancos suizos.
El colosal botín ubicó al rapto de los Born en el primer escalón mundial de los secuestros contra pago de rescate que se conocieran.
En el marco de estos acontecimientos, el libro entra en materia sobre la practica de la lucha armada urbana en Argentina, y se ensaya una aproximación política e ideológica sobre ella. También respecto a los vínculos de los Montoneros con Perón y el empresariado argentino.
El imperio de papel
Retomando la cronología del grupo Graiver luego que la CIA liquidara a David en la catástrofe aérea, la narración se interna en el derrumbe de los bancos y sociedades.
Graiver había organizado su imperio en base una conducción unipersonal. Su muerte provocó el desplome de los bancos. El ABT y CNB en Nueva York se desfondaron en septiembre de 1976, constituyendo entonces la cuarta quiebra bancaria en la historia de los Estados Unidos. La BAS en Bruselas también se desmoronó ese mismo mes. Fue la primera estafa bancaria de la posguerra en Bélgica. Los bancos argentinos y el de Israel se vendieron para cubrir deudas. La multinacional valuada en 200 millones de dólares se despeñó. Quedó al desnudo el desvío de fondos perpetrado por Graiver en el mercado financiero internacional para nutrir de capitales a sus empresas en Argentina, especialmente Papel Prensa, un proyecto cuyo objetivo fuera monopolizar la fabricación de papel en el país.
Con ese telón de fondo se vivió una feroz lucha por el poder en la cúpula del grupo Graiver, entre los herederos de su familia -sus padres, hermano y la viuda- y los ejecutivos susceptibles de reemplazarlo en la conducción empresaria.
Dos enfrentamientos simultáneos alimentan el reportaje. Uno es el que opuso a dos lugartenientes de David, los argentinos Jorge Rubinstein y Alberto Naón, que tenían enfoques opuestos como gestionar el derrumbe. La otra puja desgarró a la familia. Lidia Papaleo, la viuda de David, que no es judía, terminó por hacerse con el control del grupo, alejando al hermano y al padre de su difunto esposo, y apartando a Rubinstein y Naón.
Paralelamente, la eliminación de Graiver ocasionó una crisis en el trípode de la banca judía en América Latina (Graiver-Klein-Safra). En su caída Graiver arrastró a Klein, quien se suicidó en Ginebra en 1977. Safra salió temporariamente indemne hasta que el 3 de diciembre de 1999, sucumbiera en un incendio criminal en Mónaco. Fue uno de los banqueros más encumbrados del mundo, dueño de Republic Nationl Bank de Nueva York. La DEA , el órgano antinarcoticos de Estados Unidos, supo tenerlo bajo sospecha de lavar dinero procedente del narcotráfico, habiendo sido también citado en el escándalo del Irangate.
La familia Graiver retornó rápidamente de México a la Argentina. Los militares habían dado un golpe de Estado el 24 de marzo de 1976. Al derribarse el imperio Graiver, las Fuerzas Armadas se abalanzan sobre los bienes, expropiándolos bajo pretexto que allí estaban los fondos de los “subversivos” montoneros. La viuda trató de negociar con el presidente y dictador Videla, pero la suerte le fue adversa. Los Graiver y su entorno fueron detenidos. La represión los tuvo ocultos unas semanas y luego el Ejército resolvió someterlos a la justicia militar.
La crónica analiza los entretelones que estos episodios motivaron en el seno del régimen militar.
Mellizas II
El titulo se refiere a los pormenores del secuestro de los Graiver y allegados, su posterior juicio por parte de un tribunal de las Fuerzas Armadas, y la consecuente sentencia.
Sin embargo, la vuelta a la democracia en 1983 permitió a los herederos de Graiver apelar las sentencias y reclamar los bienes que les fueron usurpados por los militares. No existían pruebas materiales de la inversión de la guerrilla montonera en el grupo Graiver.
El gobierno presidido por Raúl Alfonsín los puso en libertad y los indemnizó con 84 millones de dólares, devolviéndoles propiedades diversas. Los Graiver mantuvieron sus declaraciones formuladas con anterioridad ante los jueces militares, en el sentido que la inversión de los Montoneros era un asunto particular del extinto David Graiver, y que ellos eran extranjeros al hecho por el cual no podía pedírseles rendiciones de cuentas.
Los herederos de David se comprometieron ante la justicia democrática a reinvertir en la Argentina el dinero que cobraran de la indemnización, pero no lo hicieron.
El padre y el hermano de David se domiciliaron en Madrid. Invirtieron una fracción de la fortuna en España y depositaron el resto en cuentas suizas de Ginebra. Juan Graiver murió en 1989.
Lidia Papaleo, la viuda de David, permaneció en Buenos Aires. Volvió a formar pareja. Su nuevo marido concluyó un pacto con un emisario de los Montoneros. Juan e Isidoro Graiver habían viajado a Ginebra, donde los Montoneros tenían su retaguardia financiera. Un subordinado de Mario Firmenich, jefe de los Montoneros y preso en Buenos Aires desde 1984 -condenado a 30 años de cárcel en 1987 por la autoría mediata del secuestro de los hermanos Born- visitó un banco en Ginebra para retirar una gran cantidad de dólares. El dato induce a pensar que la inversión de 17 millones de dólares de la guerrilla peronista fue restituida a los sobrevivientes de la jefatura montonera. Mario Firmenich se benefició de un indulto dictado por el presidente Carlos Menem en 1990 y Jorge Born colaboró con el gobierno peronista de la restauración democrática. La justicia auspició un arreglo entre los Graiver y los Born, para que estos últimos recibieran una parte proporcional de la indemnización pagada por el Estado.