Mis colegas y ex compañeros de la agencia DyN han publicado hoy una columna sobre la influencia que tiene los mensajes cortos -ya sea SMS o un micro post en Twitter- que me parece merece ser subida aquí para que todos la lean. La autora -quien no pertenece al staff de la agencia- dice en parte que el nuevo lenguaje no es nuevo sino que se corresponde a la práctica tradicional de titular una noticia o bien al espíritu de un cable de noticias. Decíamos algo así meses atrás, cuando notábamos que éste o el que viene será el año de las agencias de noticias. Tal vez sea exagerado pensarlo, pero en momentos en donde palabras como “quiebre o frases como “cambio de 180 grados” parecen ser el mejor análisis al comparar el periodismo tradicional con el digital, creo que hallar vínculos con lo anterior puede llevar a hacer mejor periodismo. En última instancia, siempre tenemos la posibilidad de volver a los clásicos.
Periodismo y tecnología: de la síntesis del SMS al mundo de la “Twitteratura”, todo en 140 caracteres
Por Mariela Blanco*
BUENOS AIRES, set 23 (DyN) – Las nuevas tecnologías de la información y comunicación contraen disciplinas tradicionales en enunciados acotados. La escritura SMS (Short Message Service) tiene ciertas semejanzas con el estilo de redacción periodística, al tiempo que otras herramientas 2.0 han dado lugar a nuevas formas de Política y Cultura de 140 caracteres.
Los usuarios del servicio de mensajes de texto que brindan las empresas de telefonía celular han instaurado un nuevo tipo de escritura con tonos reconocidos en el periodismo tradicional: frases directas, oraciones concisas, palabras sencillas y conjugaciones verbales simples son algunas de las analogías percibidas.
Si bien muchos lingüistas, docentes y académicos cuestionan la tendencia a caer en reduccionismos insalvables y subyugar la grandilocuencia del lenguaje, los SMS encuentran sus raíces en la simplicidad de los despachos de una Agencia de Noticias o de los titulares de la prensa escrita. Periodistas gráficos y usuarios de mensajería móvil por igual deben esforzarse en sus prácticas por ajustar titulares o textos a una limitada cantidad de caracteres.
Claro que la jerga SMS otorga algunas licencias de uso exclusivo para sus usuarios como contraer palabras, eliminar signos de puntuación, enfatizar emociones replicando letras, abusando de mayúsculas y recurriendo a íconos predeterminados. Más allá de estos recursos informales, el SMS rescata del titular o del copete periodístico su esencia directa de enunciación: “Fui al banco. Te llamo luego”; “Roban joyería, Detienen a tres menores”.
Pero no sólo los mensajes de texto tienen reminiscencias de géneros formales. Las redes sociales más populares han dado lugar al activismo cívico con todas las letras, al periodismo participativo, a la lucha gremial entusiasta, a la política 2.0 y a la publicidad de eventos y productos. Recientes convocatorias barriales, junta de firmas, cacerolazos, marchas y otras manifestaciones populares fueron propagadas vía celular o cadenas de correo electrónico.
La cultura, en tanto, tampoco ha quedado ajena a los efectos de popularización tecnológica. El microblog Twitter acaba de anunciar que comprimirá varios clásicos de la literatura universal a 20 párrafos de menos de 140 caracteres dando lugar a lo que ha sido bautizado como “Twitteratura”.
Ciertamente, estos inventos de la nueva comunicación que no tienen mas de una década de vida parecen encomiar los postulados de Gabriel García Márquez, quien en el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española realizado en 1997 pedía “jubilar” a la ortografía y liberar a la lengua de sus fierros normativos “para que entre en el siglo veintiuno como Pedro por su casa”.
“Simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros”, proponía el genial colombiano en épocas de manuscritos y mecanografía, casi como vislumbrando los aún inéditos códigos de una escritura lacónica, propios de las nuevas herramientas de comunicación.
(*) La autora es periodista y analista de medios.
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