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La Espresso Book Machine, la famosa máquina capaz de imprimir libros a elección en tan sólo seis minutos, cuyo propietario especula que va a originar el mayor cambio en la lectura desde que Gutenberg inventó la imprenta, se encuentra por primera vez a disposición del público en la librería Blackwell de Charing Cross Road de Londres.
Por el momento hay 500.000 títulos pero la librería tiene planificado duplicar su catálogo para el final del verano europeo. La mayoría de estos libros son obras con los derechos de autor caducados, pero ya se realizaron arreglos con varias editoriales británicas para poder poner a la venta libros de escritores contemporáneos.
La máquina ha sido bautizada con diferentes nombres. En inglés se la conoce como The Espresso Book Machine y en español se la ha llamado Máquina de hacer libros exprés o Cajero automático de libros.
Este invento del editor estadounidense Jason Epstein, que se conoce desde 2007 pero recién ahora llega al público, fue la estrella de la semana en la Feria del Libro de Londres. Allí, los visitantes observaron cómo la máquina imprimió 100 páginas por minuto y luego las ajustó y encuadernó. Por ello, ante el éxito, Hutchings, el director ejecutivo de la librería Blackwell, se decidió a incorporar una.
En la Gran Biblioteca Alejandrina de Egipto y en sitios de Estados Unidos, Canadá y Australia ya funcionan desde hace algún tiempo las máquinas de Epstein, pero ésta es la primera vez que una librería decide invertir en una de ellas para acercarles la posibilidad a los clientes.
Y, Hutchings, el único librero que por el momento ha realizado la inversión, sostiene que –como la imprenta– servirá para que disminuya la brecha entre los poderosos del mercado y los pequeños empresarios, además de facilitar el acceso a libros agotados.
«La Espresso tiene el potencial para ser el mayor cambio desde Gutenberg, y esperamos que así sea. Y no es sólo por nosotros; ofrece la posibilidad de que las pequeñas tiendas y librerías independientes puedan competir con cualquiera. Inclusive hasta con Amazon», se ilusionó Hutchings.
El artículo de El País.es también tiene otros datos interesantes:
Ahora el cliente consultará una lista de -pongamos- 500.000 títulos, elegirá su favorito y, en cinco minutos, tendrá en sus manos el libro recién impreso y encuadernado. Esa velocidad de publicación es la que permite la Espresso Book Machine, que parece una especie de gran fotocopiadora y que, según informa el diario británico The Guardian, ya ha sido recibida como el mayor cambio en el mundo literario desde que Gutenberg inventara la imprenta de los tipos móviles hace más de 500 años y posibilitara la producción literaria a gran escala.
Presentada en la librería Blackwell de Charing Cross Road, la calle que durante décadas ha sido la meca de los libreros de Londres, el abanico de libros disponibles de la nueva impresora asciende a 500.000, incluida, por ejemplo, una edición facsímil del manuscrito original de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll. Y la cifra se va a incrementar en cuestión de meses. La librería espera aumentar el catálogo hasta el millón de títulos a finales de verano; algo así como 37 kilómetros de estanterías, o más de 50 librerías comprimidas en una sola. La mayoría de los libros incluidos son obras cuyos derechos de autor han caducado pero la librería ya colabora con varias editoriales británicas para aumentar el número de libros sujetos a derechos de autor. Y, según la cadena, la respuesta ha sido muy positiva.
«Esto podría cambiar la venta de libros de manera fundamental», ha señalado a The Guardian el director ejecutivo de Blackwell, Andrew Hutchings. «Ofrece la posibilidad de que las pequeñas tiendas y librerías independientes puedan competir de verdad con grandes cadenas y Amazon». Y ha añadido: «Me gusta pensar que puede ser la revitalización de la industria librera local. Es bastante atractivo que puedas entrar en la librería local y acceder a un millón de títulos».
El cliente potencial de la nueva impresora (incluida entre los inventos del año de la revista Time) comprende desde académicos en busca de reproducciones de valiosos manuscritos hasta novelistas en ciernes ávidos de ver una copia de su propia obra autopublicada, según señalan desde Blackwell. La cadena de librerías prevé supervisar durante los próximos meses cómo reciben los clientes la nueva herramienta para determinar el precio (se prevé que sea similar al de los libros tradicionales) y la demanda. Luego distribuirá impresoras a lo largo de su red de 60 librerías en el Reino Unido, con la sede central en Oxford.
Ideada por el editor estadounidense Jason Epstein, la Espresso ha sido una de las estrellas de la semana en la Feria del Libro de Londres. Decenas de curiosos han contemplado cómo la máquina imprimía 100 páginas por minuto, las ajustaba, las encuadernaba, guillotinaba y expulsaba el volumen acabado. El resultado fue de calidad: el texto se leía con claridad, estaba justificado y el papel era grueso, las cubiertas lucían elegantes, aunque en conjunto resultaba algo pegajoso al tacto.
Descrito como el cajero automático de los libros por su propietario estadounidense, On Demand Books, las máquinas Espresso ya funcionan en EE UU, Canadá y Australia, e incluso en la Biblioteca Alejandrina de Egipto, pero la de presentada en Charing Cross de Londres es la primera instalada en una librería de Reino Unido. Le ha costado a Blackwell 130.000 euros, pero la cadena considera que estará amortizada en un año. «Creo que de verdad va a cambiar el negocio de los libros», ha señalado el jefe de marketing de Blackwell, Phill Jamieson. «Tiene el potencial para ser el mayor cambio desde Gutenberg y esperamos que así sea. Y no es sólo por nosotros; ofrece la posibilidad de que las pequeñas librerías independientes puedan competir con cualquiera».
Publicado el Domingo, 26 de Abril de 2009.
También allí dicen que en realidad no es la primera que funciona en el mundo, sino en Europa:
Si Gutenberg levantara la cabeza, aparte de darse un buen golpe con la tapa del ataúd, se quedaría admirado de las posibilidades del aparato que acaban de presentar en la Feria del Libro de Londres 2009. Se trata, ni más ni menos, que de una impresora muy avanzada que ejerce las funciones de imprenta portátil y permite elegir un título de los 500.000 disponibles digitalmente para convertirlo en un libro físico, con la misma calidad que cualquiera que puedas comprar en un comercio especializado. En apenas 5 minutos, tendrás en tus manos un ejemplar perfectamente acabado, con sus tapas, sus hojas y su tinta aun caliente. Dicen los que lo han visto en directo que “se lee con claridad, es de papel grueso, y elegantes, aunque algo pegajoso al tacto”.
Esta especie de cajero automático literario ha sido bautizado como Espresso Book Machine y lo ha diseñado un editor estadounidense llamado Jason Epstein, propietario de la compañía On Demand Books, que será la encargada de fabricarlo. Las Espresso ya funcionan en muchos lugares del mundo (EEUU, Canadá, Australia, e incluso la biblioteca alejandrina de Egipto) pero ha sido en la cadena de librerías Blackwell (Londres) donde ha sido instalado por primera vez en Europa.
La pequeña imprenta cuesta la nada despreciable cifra de 130.000 euros pero a la cadena no le duele esta suma de dinero porque están convencidos que la amortizarán en un año. «Creo que de verdad va a cambiar el negocio de los libros», comenta el jefe de marketing de Blackwell, Phill Jamieson. «Tiene el potencial para ser el mayor cambio desde Gutenberg y esperamos que así sea. Y no es sólo por nosotros; ofrece la posibilidad de que las pequeñas librerías independientes puedan competir con cualquiera». El propio director ejecutivo de Blackwell, Andrew Hutchings lo apoya y dice que «esto podría cambiar la venta de libros de manera fundamental».
Durante la muestra, cientos de curiosos se han arremolinado alrededor de la máquina Espresso para ver como imprimía las hojas a una velocidad de 100 por minuto, las cortaba, las pegaba y les colocaba las tapas. Esta máquina, considerada por la revista Time como uno de los inventos del año, posee un potencial enorme pues la gama de clientes que pueden requerir sus servicios puede ser muy numerosa. Desde académicos que quieren imprimir raros facsímiles de época hasta estudiantes universitarios en busca de material de información. Pasando por aquellos novelistas primerizos que se lanzan a solicitar ejemplares para poder palpar su propio manuscrito.
El precio del libro “instantáneo” aún está por determinar. La cadena de librerías inglesa observará la evolución de la demanda para poder imponer un coste pero se supone que tendrá un precio similar al de los libros tradicionales. También están pensando contactar con editoriales británicas para incluir obras con derechos de autor pues inicialmente, el catálogo de la Espresso sólo contempla libros cuyos derechos de autor ya han caducado (los clásicos de toda la vida). Se espera llegar al millón de ejemplares para el final del verano. Realmente Gutenberg puede estar orgulloso de la era digital, pues va a permitir evolucionar el mundo de los libros de un modo que él no podía ni imaginarse.
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Para añadir: la industria de publishing y las cámaras del libros de varios países, a diferencia de los medios impresos, ya habían vislumbrado este tipo de tecnologías. Esta «revolución» de lo «on demand» al menos está en la mente de los editores desde hace una década. En 2002, Jason Epstein en su libro La industria del libro (Anagrama, 2002), sostuvo que:
«Los libros como objetos físicos no desaparecerán para ser reemplazados por señales electrónicas que se podrán leer en pantallas portátiles de cristal líquido. Tampoco perecerán las librerías. Pero de aquí en adelante coexistirán con listados multilingües bien surtidos de textos digitalizados procedentes de múltiples fuentes, tal vez «etiquetados» para facilitar su consulta, y difundidos electrónicamente. Los lectores de esos listados en sus ordenadores personales podrán transferir los materiales que seleccionen a máquinas capaces de imprimir y encuadernar ejemplares únicos, según demanda, en innumerables sitios remotos y quizá, finalmente, hasta en sus propias casas. Tales enclaves pueden ser un quiosco en la esquina de mi calle en Manhattan, mientras que los lectores de la cabecera del Nilo o de las estribaciones del Himalaya tendrán un acceso similar al saber del mundo en los quioscos que tengan cerca. La tecnología adecuada, en embrión, ya está disponible y yo la he visto. No se puede eludir el futuro que entraña. Lo aguardo con curiosidad y ansia.» (Fragmento citado en el artículo «La edición sin nombre», de José Antonio Sánchez Paso).
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