Este post comenzó la semana pasada, cuando prendí el televisor para ver el documental de Gustavo Alonso “La vereda de la sombra”, que trata sobre la vida de Fabián Polosecki, un joven con final trágico cuyo nombre era usado cuando yo era chico para sacar del medio a los nenes curiosos preguntones (¿Quién sos, Polosecki vos?). Obviamente en aquel entonces no tenía ni idea quien era el tal “Polo” y no lo supe hasta hace un par de años, cuando lo recordaban en una necro sobre Juan Castro, otro trascendente de la televisión argentina. El documental venía como anabólico –o compra opcional, tal vez- del dominical Miradas al Sur.
En alguna parte del documental se cuenta que Polo trabajaba en el diario Sur, un órgano de Partido Comunista (PC) –donde él militaba- que pretendía competir con el incipiente Página 12 de Jorge Lanata. Los entrevistados planteaban al diario como el verdadero “último diario de papel”, con redacciones enormes, periodistas dedicados y cada uno con su máquina de escribir. Pero quizá lo más interesante fue la historia del fracaso de aquel proyecto. Mencionaban dos teorías, una vinculada a la caída del comunismo como alternativa, y otra aledaña a la escasez de papel. Dicen los consultados, palabras más, palabras menos: “En ese momento el pueblo ruso colaboró con papel, pero el diario cerró porque el papel se acabó, al igual que el pueblo ruso”. Otro dice “El papel se acabó después de que cayera el comunismo”.
Sea por lo que fuera, la versión “política” o la de “insumos” me hicieron acordar a algo que aprendí de un cazador de tendencias: “La mejor manera de captar las nuevas, es entender las viejas”. Y entonces pienso en esas dos tendencias viejas en declive: la primera, aquella que decía que los medios debían surgir desde un órgano de tribuna política, y la otra, que alertaba que quien dominara la producción de papel controlaría el mercado periodístico. Ciertamente, La Nación supo crecer aprovechando la cresta de la tendencia política, mientras que Clarín comprendió primero que todos la importancia del papel como insumo básico de la industria. Hoy, son los diarios más importantes, no sólo por eso, claro está.
Si bien el mercado editorial está preocupado por la suba del costo del papel y más de una decena de medios medianos funcionan encima de un colchón de publicidad oficial, entiendo que las dos tendencias –ideología e insumos- están en franco retroceso. Los CEOs y dirigentes de las empresas más importantes aparecen con frecuencia en el imaginario de la industria como “visionarios”, es decir, captadores de tendencias a largo plazo. La clásica estimación de los apostadores de Wall Street decía: “Si hubiera invertido mil dólares en Microsoft en 1985, hoy tendría 5.000 millones de dólares”.
Si bien el mercado editorial está preocupado por la suba del costo del papel y más de una decena de medios funcionan encima de un colchón de publicidad oficial, entiendo que las dos tendencias –insumos e ideología- están en franco retroceso. Después de ellas, la clave fue la “distribución” ¿Cuál será la próxima?
Después del factor “ideología” vino el “papel” y desde la década del 90 la distribución. Otra vez ganó Clarín, al posicionarse en el mercado de la TV por cable. ¿Pero cuál es la próxima? Al menos tenemos la pregunta.
PD: La foto fue sacada de Página 12, que publicó a diez años de la muerte de Polosecki un muy buen texto de Carlos Polimeni.