El fin de las editoriales (de papel)

Una serie de eventos encadenados me hace suponer que las editoriales grandes tienen los días contados, quizá tanto como los diarios de papel. Lo están por un doble motivo: su falta de transparencia y el inevitable adelanto tecnológico. Primero, se vienen dando una cadena de prácticas espurias por parte los sellos líderes, que si bien no son nuevas, sí se han intensificado. Por ejemplo:

1) Mienten en cantidad de ejemplares vendidos: es sabido que las editoriales sobrestiman ventas cuando tienen un aparente best-seller (creen que si dice 300.000 ejemplares vendidos en tapa se venderá más, y seguramente tengan razón) y, por el otro lado, subestiman cuando tienen que pagarle honorarios a los escritores que venden poco, con tal de aumentar sus ganancias. Pero esta semana, cuando el brillante autor Hernán Casciari dijo en su blog Orsai que no editaría más en Argentina porque las editoriales no garantizan stock y mienten para abajo en la cantidad de ejemplares vendidos, todos nos dimos cuenta que las cosas se salieron de las manos: ¿si le mienten a él por qué no mentirle al millón de escritores que venden menos? Así lo decía con sus palabras:

Y no quiero tener más relación con Editorial Sudamericana porque estoy podrido de contestar mails de los lectores argentinos diciendo que mis libros siempre están agotados, o que no los pueden encontrar. Caminé muchas veces por Buenos Aires y lo comprobé. Distribución espantosa, marketing desganado, mucha desidia. Si no hubiera sido por los benditos .pdf de cada libro, que aparecen puntuales en Orsai, en mi país de origen no me lee ni el gato.
La última vez que estuve en Buenos Aires (no fue hace mucho) el director de Sudamericana me dijo, como al pasar, que solamente se habían vendido 975 ejemplares de mi primer libro de bolsillo en Argentina. Me dio una grandísima vergüenza en retrospectiva. Por suerte no supe aquello en 2005 —pensé— cuando salió aquel libro, porque me retiraba para siempre del circuito de las letras.
Sin embargo, un par de semanas después me encontré en el Skype con Andrés Monferrand, un gran amigo y un buen librero mercedino. —En Mercedes tus libros se venden como bizcochitos —me dijo feliz—. Tengo una lista de cuánto vendí en la librería, año por año. Y me adjuntó esas cifras. De aquel primer libro de bolsillo, Andrés había vendido en mi ciudad natal 650 ejemplares. Qué extraño, pensé, recordando la cifra total de ventas en Argentina según Sudamericana. Qué extraño. En una de las tres librerías de mi ciudad casi se habían vendido todos los ejemplares del país. O Andrés me mentía, o me mentía la Editorial.

2) Imprimen ejemplares “truchos” para evadir impuestos y no pagar a los autores: no voy a dar nombres porque no tengo la prueba en mano, pero es una deducción que nace de las personas que están en la industria. Cuando uno sale de vacaciones y todo es alegría, los kioskos de revistas se llenan de best-sellers de dudosa procedencia. Dice un impresor a Blog del Medio: “Imprimir un libro de 600 páginas, con casi la misma calidad que el original –solo cambian el gramaje del papel- montar un sistema de distribución y de pago es casi imposible… lo más lógico es pensar que lo hace la misma editorial, de otra forma no sería rentable… es como falsificar monedas, casi no conviene”.

3) Porque retrasan inexplicablemente el libro electrónico. Según el Sistema de Información María (SIM) de la Aduana ya se registraron importaciones de libros electrónicos en un monto FOB que equivale más o menos a 10.000 unidades. ¿Alguien los vio en las tiendas? Musimundo le dijo al autor de este blog que los traería para el Día del Padre… en junio! Alguien los vio. Tengo la sospecha que las editoriales están detrás de esta demora.

Por suerte, llegamos al segundo punto: por el avance tecnológico. Barnes & Noble anunció hoy que cualquiera puede ser autor y llegar a su Nook y recibir dinero en semanas a través de pubit! . Ya son varios los servicios que ofrecen lo mismo.

Las editoriales tienen los días contados, quizá tanto como los diarios de papel.